lunes, 18 de abril de 2011

Apaga y vámonos

Hoy me pregunté seriamente... dije: venga tía, tienes que aclarar esto ya. Y entonces mirando por la ventana y escuchando el ruido del mar me di cuenta de que ni tú eres más bonito que eso. Sí, lo siento, pero es verdad. Ahí consideré que quizás... quizás esté enamorada del mar, no de ti. Paseando por la arena y notando su tacto en mis dedos entendí y sentí que quizás tus manos no sean tan suaves y delicadas como la arena que me acariciaba. Ya ves, quizás... quizás prefiera otras caricias. Y cuando por fin una suave ráfaga de viento besó mi cara, me convencí de que ni el más dulce de tus besos, ni el más salvaje, ni el más inesperado, sabe tocar mis labios como lo hace la brisa del mar. Incluso el olor que inundaba ese paseo me envolvía más que ese perfume tuyo que intento recordar cada noche. Ese perfume al que no me puedo resistir. Pero bueno, seguramente, de hecho pongo la mano en el fuego, a que lo cambiaría por el olor tan especial de un paseo entre olas. 

¿Me habré convencido ya? - pensé. Pues no.. de verdad, ¿quién se cree esto? Yo, desde luego, no. Intento aclarar las cosas y me doy cuenta de que está todo demasiado claro, pero no es la respuesta que yo quería. Y es que la respuesta es muy simple: eres lo único que necesito.

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