El tiempo, que no perdona.
Las promesas sin cumplir.
El amor que se fue…
Los sueños que teníamos juntos.
El futuro que nosotros mismos habíamos planeado.
Juntos no faltaba ni la ilusión, ni la fuerza, ni el amor…
Todo, eso es lo que éramos el uno para el otro.
Los silencios cobardes.
Las miradas que hablaban.
Las caricias inocentes.
Nadie lo sabía, ni siquiera nosotros.
Nadie sabía nuestras silenciosas promesas de amor.
Nosotros contra todos… contra todo.
Yo quería ser tuya siempre, tú lo sabías.
Tú querías ser el único para mí, yo lo sabía…
Sin hablar. Nunca una palabra de esto.
Promesas sin sentido.
Cariño a escondidas del mundo.
Aprendimos a leer entre líneas.
Aprendimos a hablar con la mirada, y con las caricias, y con los gestos…
Todo hablaba de lo nuestro, menos nuestras palabras.
Errores.
Oportunidades que no supimos aprovechar.
Ahora en la nada más insignificante se han convertido esas promesas,
Como si nunca hubieran existido.
La ilusión.
La fuerza.
El amor.
Vivimos con eso y no nos dejamos llevar… algo tan de moda ahora.
Desde el primer día ya lo supimos, decíamos.
Tú, tu vida. Yo, la mía.
Y mientras tanto, el gran lazo que hacía imposible nuestra separación.
No supimos nunca que era exactamente, pero no intentamos averiguarlo… ¿Para qué?
Disfrutar sin preguntas.
Querer sin limitaciones.
Amar sin restricción.
¿Te he perdido?
He estado perdiéndote.
Es tarde…
¿Qué hacer ahora si únicamente hemos utilizado este tiempo para equivocarnos?
Nunca te he dicho qué significabas para mí.
‘’Seré tu chica’’ – sueño con decirte
Nunca nos atrevimos a cruzar la estúpida línea que nosotros mismos impusimos, dibujamos.
Llegó la hora de decirte que te quedes.
De decirnos con valor lo que tanto tiempo llevamos esperando.
De luchar por lo que amamos.
Por lo nuestro, que aunque no hemos sabido admitirlo siempre ha estado.
Quizás haya llegado la hora de querernos, sí, querernos…
Pero no a escondidas.