Ha pasado todo tan rápido que soy
incapaz de darme cuenta de dónde estoy ahora mismo. De repente ha pasado todo y
de todo. De repente tengo que estar preparada para decir adiós a una etapa de
mi vida que dejo atrás. De repente… me siento perdida.
No sé si es que no me he fijado,
o si es que estaba ocupada haciendo otras cosas o incluso, no sé si no me
importaba, pero ha pasado el tiempo con una rapidez que llega a darme miedo,
¿Es así como va a pasar mi vida?
Da miedo que si todo va así de
rápido un día me despierte y me de cuenta de que ya queda poco, que ya he
vivido todo lo que tengo que vivir.
La vida no espera, eso es así: o
te adaptas a su ritmo o te quedas atrás. Un ritmo que da vértigo, hay que
decirlo.
Ahora que todo se ha calmado
intento pararme, ver dónde estoy, ver lo que he conseguido, ver qué me queda. Sin
embargo, la vida no me da tiempo muerto…
solo me dice: ''no te entretengas, no pares de vivir ni de soñar, sino
el éxito no será tuyo''.
¿Éxito? Me pregunto yo. ¿Qué es éxito?
Realmente, cada vez que me desean ''éxito'' no sé qué decir. No sé si éxito es haber aprobado el curso, o haber
aprobado selectividad, o haber llegado viva al verano. Aunque yo siempre
relaciono mi éxito con estar rodeada de gente que me quiere, con tener amigos
como los que tengo. Lo relaciono con ser feliz, aunque mi felicidad dependa de
poco. Lo relaciono con conseguir que la vida no me arrastre, sino que sea yo la
que marque de algún modo mi ritmo.
No sé qué es lo que me espera, no
sé qué hay en ese mundo de adultos al que me han empujado. No sé si mis
expectativas desaparecerán, pero lo que tengo claro es que mis sueños no. Soy
soñadora compulsiva, es decir, es imposible.
Sin embargo, a pesar de todas las
incógnitas que tengo y que me esperan hay algo que tengo claro:
Primera regla: no tirar la toalla
nunca.
Segunda regla: perseguir mis
sueños a pesar de todos y de todo.
Tercera regla: SER FELIZ, por
encima de cualquier cosa.