martes, 29 de marzo de 2011

Las mentiras no tienen edad

Qué triste y duro fingir, sobre todo cuando te sientes obligada a hacerlo, porque... ¿ qué se supone que tenía que hacer? Pues eso... obligada.
Me costaba sonreír y menos mal que tú no pudiste notarlo, porque sino ni fingir hubiera sido suficiente.

1 comentario: