sábado, 22 de enero de 2011

Esa no era yo, eras tú...

No entiendo. No entiendo nada y me siento inútil al pensarlo.
No sé por qué estoy escribiendo esto, no sé por qué va dirigido a ti y no sé cómo mi ánimo depende de cada gesto o acto tuyo.
Hoy no me lo podía creer. Era irreal, bueno, al menos de eso intentaba convencerme yo. 
No entiendo cada cosa que hiciste y no entiendo por qué.
No sé si quiero respuestas...No lo sé. Pero lo que es seguro es que me importas más de lo que imaginaba y no quiero admitirlo. No quiero admitirlo para no creérmelo, porque es que no me lo creo. En serio, ¿tú?
Maldigo el día que sin quererlo te elegí. Maldigo el día que no me di cuenta de que no eras solo mío. Maldigo el día en el que me hiciste ver algo que por lo visto, no era. Y te maldigo a ti, por ser como eres. Por ser encantador con cada palabra, por enamorar con solo una mirada y hacer que con una sonrisa el mundo pueda pararse.
Creo que nunca entenderé de qué va este jueguecito, no sé si te equivocaste tú o yo, pero lo único que me importa ahora es que salgas por donde has venido antes de que sea demasiado tarde.


Y ahora tú llegaste a mi, amor. Sin previo aviso, sin un permiso, como si nada...Ahora tú. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario